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Silencio 20 junio, 2016

PMI2016

 

Las estrellas, más pequeñas que las que dejó en su tierra, titilaban débilmente mientras la luna se ocultaba indiferente al drama que a sus pies se vivía.

Con el rostro apoyado en el húmedo madero al que se asió cuando la barcaza en la que iba fue abatida por un fuerte golpe de mar cerró los ojos, exhausto. Con él, otras veinte personas habían emprendido, cabizbajos y trémulos, el incierto viaje a una nueva tierra para librarse del horror de vivir en el centro del apocalipsis de la incesante metralla y carencias que los diezmaba sin tregua, en busca de una segunda oportunidad para sobrevivir unos, de encontrar los medios para ayudar a su gente, como era su caso, otros.

Apenas sentía el entumecido cuerpo y la sed que lo deshidrataba, solo un dolor punzante dentro del pecho, el de unas lágrimas secas que estallaban en su mente. Sí él moría, con él lo harían también las esperanzas de quienes habían agotado sus últimos recursos para que hiciera ese viaje y pudiera sacarlos, a su vez, del infierno en el que esperaban su salvación.

Había perdido la noción del tiempo que llevaba flotando a la deriva con el anhelo de ser rescatado o de que las corrientes le permitieran arribar a alguna costa, no recordaba ya cuando dejó de oír las voces de quienes iban con él, la negrura de la noche le envolvía y sus dedos resbalaban lentamente de la tabla mientras el mar le cubría.

                                                                                                    Juana Aucejo

Relato con el que participo en la alambrada de Miguel Torija (la colinanaranja.blogspot.com.es), una iniciativa para denunciar las situaciones infrahumanas que sufren los refugiados en cualquier parte del mundo.

 

¿Cuánto más? 15 May, 2014

Filed under: Otras cosas — Juana Aucejo @ 15:29
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P.M.I.2014

Vencido, se deja caer en el suelo con la espalda apoyada contra la puerta que acaba de cerrar con rabia y esconde la cabeza entre las rodillas sujetándola con fuerza.

¿Y ahora qué? Además fichado, él que siempre ha sido, y es, respetuoso y cumplidor.

Toda su vida ha trabajado como soldador en la misma empresa hasta que esta se declaró en quiebra y cerró. Las prestaciones por desempleo terminaron hace tiempo y para percibir alguna ayuda hace cursos que nada tienen que ver con su oficio. Cumplidos los cincuenta y con hijos aún estudiando tuvieron que malvender su vivienda para alquilar otra, la más económica que encontraron y poder hacer frente a los gastos reducidos al máximo. En el banco les aconsejaron invertir en un nuevo producto, las participaciones preferentes.

Hoy ha acudido a la manifestación en defensa de sus derechos, un empujón, una caída, se prende la mecha de la carga y termina en comisaría, culpable de atentar contra el orden público, la democracia y el estado del bienestar.

¿Cuánto más hace falta, señor juez, para que no sean las víctimas las juzgadas?

Juana Aucejo

 

Suerte 2 junio, 2013

Mario repasa por enésima vez la documentación que debe presentar esa mañana en la oficina de empleo. Es afortunado, así se lo dice a su madre en un breve mensaje SMS, le han aceptado en la oferta de trabajo a la que se inscribió para profesores de español.

A trescientos kilómetros la madre lee el mensaje y suspira elevando la mirada al cielo. Es un punto de partida, y tal como están las cosas es la mejor noticia, un trabajo, aunque sea en un país extranjero. Sabe que el muchacho está preparado: Licenciado en filología, especialidad hispánicas, románicas y anglogermánicas, domina perfectamente el francés, inglés y alemán, incluso algo de chino mandarín que ha aprendido alternando los trabajos ocasionales realizados como repartidor de pizzas o reponedor en grandes bazares.

Hija de emigrantes, también ella trabajó en su juventud en la vendimia donde conoció a su esposo. Ambos se esforzaron por conseguir un bienestar que les permitiese dar a su hijo la mejor educación posible para asegurarle un buen futuro. Creyeron conseguirlo, pero ahora, ¿cómo se perdió en tan poco tiempo, lo que tantos años costó de conseguir? ¿qué fue de tanto empeño?

Ah, sí, la crisis sobrevenida.

Sobrevenida por la avaricia y corrupción de quienes gestionaron su esfuerzo y desempleo, desahucios y deudas es lo que impera.  Dicen que estamos saliendo de la crisis, pero la falta de trabajo y la desesperanza es cada vez mayor.

Sí, el muchacho ha tenido suerte, sonríe con cansancio.

Esta noche trasmiten en televisión “Un franco, catorce pesetas”.

De  «Primavera de microrrelatos indignados 2013: 3ª jornada»
Microrrelatos indignados 2013

 http://lacolinanaranja.blogspot.com.es/2013/05/primavera-de-microrrelatos-indignados.html

http://pliegosvolantes.blogspot.com.es/2013/05/primavera-de-microrrelatos-indignados.html